Enredada entre sábanas, despierto en un lecho desierto, campo de batalla marcado de victorias, asolado de derrotas. Dejé la ventana abierta para bañarme en brisa, y el sol me tatúa con sus dedos caminos de fuego en la espalda. Necesito música. Necesito desayunar alguna sonrisa, un vistazo en el espejo, una palabra somnolienta que se te cuelgue del oído, una caricia que no venga de mis manos. Y a la vez me doy cuenta de que no hace tanta falta. ¿Cuándo se hizo tan tarde?.

Me he tragado la llave de mi libertad para que nadie me ponga candados. Me juré amor eterno el día que volví a tenerme, y no puedo serme infiel. No debo. Voy a saborear los matices de la soledad, fortalecerme las quimeras, romperme las barreras, ensayar necesidades, simplificar las ecuaciones del día a día y sentir cada minuto en las puntas de los dedos. Sentirme. ¿Cuándo se hizo de noche?

A veces me sorprendo sonriendo sin razones, se me eriza la piel con algún susurro inexistente. La mera existencia me emociona, la complejidad de sentirme segura en mi soledad, la simplicidad de sentirme viva con cada inspiración. Justificando felicidades carentes de fundamento más allá de la esencia del equilibrio. Sueño excusas para quererme, me enseño a caminar con la vista al frente, y así, sola y completa, puedo tender la mano. Puedo tenderte la mano. ¿Cuándo se hizo tan fácil?

Ven a caminar a mi lado un rato. Nos haremos grandes. Sólo hay que saber mirar. Nos hacemos libres. Sólo hay que saber soltar. Ven a caminar y no corras. La noche me canta al oído, y no tengo prisa. No duelen las heridas. Se me olvidó recordarlas. Ven conmigo, que te enseñaré a reir. Sólo hay que saber soñar. ¿Cuándo se hizo tan corto?

Quebrando perfecciones me deleito en mis errores. Necesito música. Quiero bailar sobre las ascuas de la tristeza, sembrar pasiones con delicadeza y beberme el tiempo. Me sobra todo lo que me hizo falta. Es tan sencillo dificultar las cosas con atrezzos inservibles. Vuelan las notas y se me meten hasta el alma. No voy a privarme de querer porque no quiera, hay tanta gente que necesito cerca que me sorprende la ironía del aislamiento. Quizá mi soledad, por elegida, sea más dulce, pero también es mucho menos sola. Vuelan las notas y me arañan las cadenas rotas. Necesito más. Y sin embargo, sin tener nada, sin cambiar nada, sin querer nada, a veces parece que lo tengo todo. ¿Cuándo se hizo tan claro?

Enredada en la quimera, me acuesto en un lecho desierto, y me sorprendo sonriendo sin razones. Ven conmigo, pero mañana. Hoy sólo necesito música.

5 susurros:

No sé por qué, pero me sugiere caminar de puntillas. Directo y a la vez sutil.
Me gusta.
Besos!

Llevo tanto tiempo caminando de puntillas que igual no sé hacerlo de otro modo... gracias guapa! no sabes lo que me gusta leerte por aquí. besos!

Alucinantes las fotos de Konrad Zagobla... me encantan!

Pues sí, son increíbles. Gracias por visitar!

Me gusta, bien, parece que supieras de mi historia, buena escritura! Suerte!

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